La presencia de Miguel Hernández volvió a sentirse en Castuera, después de más de setenta años del hombre y el poeta por estas tierras. Gracias a la voz de Isidro Gallardo y el violín de Enrique Santacecilia, sus versos surgieron entremezclándose con la música de Bach en un ejercicio de aparente sencillez que consiguió atrapar al público en un silencio cómplice de sentimientos y emociones.
Un regalo para los sentidos que se supo disfrutar y agradecer.
Y en el trasfondo la imagen, el recuerdo y el homenaje a la vida y la obra de Miguel Hernández, compañero del alma, compañero, que estuvo en Castuera en 1937 y murió en la cárcel de Alicante en 1942, víctima del franquismo.
Un regalo para los sentidos que se supo disfrutar y agradecer.
Y en el trasfondo la imagen, el recuerdo y el homenaje a la vida y la obra de Miguel Hernández, compañero del alma, compañero, que estuvo en Castuera en 1937 y murió en la cárcel de Alicante en 1942, víctima del franquismo.
