Nuestro querido amigo y compañero Eladio Méndez, que
nos acompañó en la marcha al campo de concentración el pasado día 14 de abril,
nos ha enviado unos poemas suyos que os reproducimos a continuación.
Ya
estáis de nuevo entre nosotros
La Gamonita
Como
quien tacha un garabato en el folio infantil de la memoria,
así, los esbirros franquistas codiciaron borrar
vuestras ideas.
Vuestros
nombres, horadados con la materia del odio,
se
hicieron silencio en la sima recóndita del tiempo,
tan
sólo a eso, aspiraba la inopia del fascismo, a silenciar.
Y
ahora, en una brisa tricolor, honrados regresáis:
Suárez
Fresno, Alfonso. Y una hebilla militar de Infantería,
para cerrar heridas,
Rodríguez
Ruiz, Francisca. Y una medalla de la Virgen del Perpetuo Socorro,
para invocar la ausencia,
Sayabera
Miranda, José. Y dos anillos de hombre, tipo sello,
como
muestra de compromiso a un ideal
Gallardo Pajuelo, Cosme. Y una mina de lápiz,
para
dibujar el alba,
Guerra Rodríguez, Joaquín. Y una prótesis dental,
para
masticar el amargo dolor,
Barrero González, José. Y un mechero tipo zippo,
para
alumbrar caminos,
Méndez Fernández, Tomás. Y una moneda de una peseta,
para
compartir,
Murillo-Borregas Calderón, Antonio. Y varios botones,
para
fijar proyectos,
Morillo Sánchez, Matilde. Y una cartera de plástico o acetato,
para
guardar abrazos y suspiros,
Morillo
Serrano, Francisco y una liendrera,
para
arrancar miserias,
Girón
Sánchez, Orencio. Y un espejo,
para
no olvidar quienes somos,
Tena Sánchez, Manuel. Y unos gemelos,
para
cerrar los puños,
Balsera Sánchez, Antonio. Y unas gafas,
para
atisbar con nitidez al enemigo.
En
estos nombres, están todos los nombres,
en
estas pertenencias todas las identidades,
en
nosotros la prolongación de vuestras lucha.
14
de abril de 2013
Estos niños que mañana serán padres
¿sabrán
besar y abrazar con ternura?
Mi padre
Mi padre es de
esos niños
que jugaban a
ganarse la vida
soportando en sus
manos
la hoz del
jornalero
y en su aterida
espalda
la inclemencia
del yugo,
aprendía solfeo
empapado en sudor
al
tiempo que escuchaba en la fragua
el lamento del
yunque,
jugaba a
contar muertos
en las calles
mordidas por el hambre,
en las
yermas trincheras
en las tristes
cunetas.
Jamás sintió mi
padre entre sus manos
el asombroso
tacto de un juguete,
ni pudo patear el
balón de sus sueños,
nunca de
niño lanzó los dados
que otorgaban
sonrisas.
Los brazos de mi
padre
son un cálido río
que envuelve mis latidos,
sus
labios como azules libélulas
que vuelan mis
mejillas.
Mi padre cruzó la
frontera del tiempo
sin estrenar su
infancia,
no conoció más
juego que el trabajo.
Tal vez por todo
eso,
mi padre abraza y
besa
con una ternura
que estremece.
19de marzo de 2013
A mí padre,
porqué él me inspiró este poema.
La Gamonita
Con
grave voz me comentó mi padre
asiéndome
la mano,
¡hijo,
ese yermo que ven tus ojos
está
todo colmado!,
colmado
está de lágrimas y llantos,
lleno
de pies descalzos
de
manos limpias y vencidos huesos,
de
ideas transparentes.
Repleta
está la mina
de
relojes varados en el pecho,
de gritos retenidos
en
los profundos túneles del alma,
de
esperanza marchita,
de
cólera, de carne cercenada;
llenas
las galerías
de
angustias y alientos mutilados.
De
nombres femeninos
en
labios lacerados por el miedo,
de
miradas perdidas,
de
juicios sumarísimos y muerte...
y
sin embargo mira como crecen
el
lirio, la genista
y
la amapola, rezumando vida
en
ese erial de sombras
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